El Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires confirmó este viernes la clausura del estadio de Independiente, luego de los disturbios registrados el miércoles en el duelo por Copa Sudamericana frente a Universidad de Chile.

El ministro Javier Alonso comunicó la medida en declaraciones radiales: “Independiente no va a jugar en su cancha el próximo partido”, aseguró en diálogo con Radio 10.

La sanción impide que el “Rojo” reciba a Platense, campeón vigente del fútbol argentino, este domingo 24 de agosto a las 20:30, por la Liga Profesional. Fuentes del club de Avellaneda adelantaron que no hay tiempo material para reprogramar el operativo de seguridad en otra sede, por lo que el encuentro podría postergarse.

Violencia en Avellaneda y la presión política

El origen de la sanción está en los hechos de violencia protagonizados por barras de Independiente, que golpearon brutalmente a hinchas, entre ellos mujeres y menores de edad. Las imágenes recorrieron el país y desataron un fuerte repudio social y político.

El tema llegó incluso a la Casa Rosada: sectores opositores reclamaron al Gobierno nacional “tolerancia cero con las barras bravas”, mientras que desde el oficialismo bonaerense defendieron la decisión de Alonso de actuar con rapidez.

En paralelo, se confirmó la liberación de los 104 hinchas chilenos detenidos, lo que generó nuevas tensiones diplomáticas con Santiago.

Riesgo de sanciones internacionales para Independiente

La situación de Independiente podría agravarse la próxima semana cuando la Conmebol confirme su eliminación de la Copa Sudamericana. Según trascendió, el organismo continental también analiza una sanción ejemplar: prohibir al club argentino participar en torneos internacionales entre 2026 y 2030.

La presión viene directamente de la FIFA, ya que su presidente Gianni Infantino pidió aplicar un castigo ejemplar para marcar un precedente contra la violencia en el fútbol sudamericano.

Un golpe institucional para el “Rojo”

El club de Avellaneda, uno de los históricos del fútbol argentino y máximo campeón de la Copa Libertadores, atraviesa así una de las crisis institucionales más delicadas de su historia.

La combinación de violencia, sanciones deportivas y posibles restricciones internacionales no solo complica lo futbolístico, sino que amenaza también la economía y la imagen de la institución.